La humanidad, a pesar de que esta a veces lo olvide, no se encuentra separada de su entorno ni de las demás especies con que convive. De hecho, cabe recordar que la narrativa dicotómica de naturaleza/cultura termina de afianzarse definitivamente durante el siglo XX. Por esto, cuando se trata de fotografiar personas y estructuras construidas por ellas, lo hago de manera similar a como lo haría con un chincol o con un volcán. Con precaución, con curiosidad, intentando registrar sus aspectos más llamativos o dando una perspectiva de su cotidianidad. Porque al final, puede que lo que encuentren los arqueólogos del futuro no sea más que este rastro humano.